Valentina Vinson

  • Escritora de erótica

Me encanta tenerte por aquí, este es mi rinconcito virtual dedicado a la erótica. Un espacio repleto de relatos eróticos que te harán sentir. Para mí, la erótica tiene el poder de darle alas a tu imaginación ya sea fantaseando con un desconocido o viviendo aventuras prohibidas que no llevarías a cabo, pero imaginarlas te provoca un agradable cosquilleo.

Si te gusta leer una erótica que te deje buenas sensaciones, te invite a experimentar y te provoque sonrisas picaronas, la encontrarás aquí. Esa es la erótica que a mí me gusta leer y escribir.

Una erótica que a veces te abraza y te sumerge con ella para que no solo la leas sino que también la experimentes con todos tus sentidos. 

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☆ Fantasía a domicilio ☆

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Aquí te dejo algunos extractos del relato para que puedas ojearlos y terminar de convencerte 😉

Belisa llevaba dándole vueltas un año entero, desde su treinta y nueve cumpleaños. Fue en aquel momento cuando decidió que para los cuarenta se daría el capricho de cumplir su mayor fantasía. En un año podían pasar muchas cosas, pero no importaba porque se hizo la promesa y no iba a cambiar de opinión por nada del mundo.

La app Club Fantasía irrumpió hace poco más de dos años y su uso se extendió su como la pólvora, fue un fenómeno mundial y algunas de sus amigas la utilizaban, pero Belisa todavía no se había atrevido, la guardaba para una ocasión muy especial. […]

Eran poco más de las ocho. Se miró al espejo para asegurarse de que todo estaba como ella quería.

El pelo le caía por los hombros hasta la cintura, rizado formando una gran melena, como un león. Siempre se había visto a sí misma como una fiera y lo reflejaban su pelo y sus ojos atigrados. Decidió ponerse un vestido negro, muy ajustado, que resaltara cada una de las curvas que lo formaban. El pecho, voluptuoso, luchaba contra la tela ansiando la libertad, pero permanecía atrapado en un escote que quería contenerlo. […]

[…] En silencio empezaron a ver la película. Mientras él le tocaba el pelo y le recorría el brazo en una suave caricia, ella se dejaba hacer por aquellas enormes manos que cubrían su cuerpo. Poco a poco, él fue bajando por su espalda hasta cogerla del culo. Fuerte. Apretándola contra él. Belisa sintió que su ropa interior se humedecía con aquel gesto. Lo miró y se besaron de nuevo, esta vez con más pasión.

Ella puso la mano sobre la entrepierna de él, recogió en su palma todo lo que podía abarcar e hizo algo de presión. La leona empezaba a salir. Él la miró, casi la atravesó con su mirada azul y le dijo firme «Chúpamela, zorra». […]

[…] Allí estaba Carla. Más o menos de la misma altura de Belisa, rubia con una trenza que recorría el lateral de su melena. Entró como un huracán. Empujó a Belisa contra la pared y en un tono desafiante le preguntó si él estaba allí. Belisa asintió con la cabeza y Carla entró al salón.

Él, sentado en el sofá, la miró y no dijo nada. Ella soltó todos los insultos que pudo, lo maldijo y amenazó alzando un dedo. Belisa cerró la puerta y se acercó a ellos, observando la escena.

Finalmente tomó las riendas de la situación. Agarró del pelo a Carla y tiró de él con fuerza haciendo que ella doblase el cuello hacia atrás y soltara un quejido de dolor. […]

[…] Abrió la puerta y la chica se lanzó contra ella preguntándole si él estaba allí. Acto seguido entró hecha una furia al salón y le gritó a él que la miró todavía más sorprendido. A la escena se unió Carla saliendo del baño para ver qué ocurría.

Belisa, entró al salón y se dirigió a la rubia en tono amable para indicarle que había un error.

—Soy Carla, no hay ningún error —respondió la confundida rubia.

—No, Carla es ella y ha llegado hace treinta minutos —dijo Belisa algo cabreada por el error que estaba estropeando su noche. […]

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